Qué hacer en Vejer, la magia del sur

que hacer en Vejer

Qué hacer en Vejer, el pueblo blanco más mágico del sur

Hay algo en los pueblos tan único y singular que se mantiene imperturbable pese al devenir de los siglos, conquistas y civilizaciones: el alma. Vejer de la Frontera conserva ese arraigo del sur, que pasa de generación en generación, de padres a hijos y de, por qué no, de abuelos a nietos: esa forma característica de abrazar al pasado, preservar la costumbre, conservar las raíces. 

Pueblo señero donde los haya, y hospitalario como pocos, Vejer invita e incita a perderse en sus laberínticas calles, porque Vejer tiene esa fidedigna esencia andaluza que solo la perciben los que la han vivido en sus propias carnes.

Siéntate en un banco, en cualquiera de ellos, y déjate llevar por la calma inquebrantable vejeriega. Mira detenidamente; chismea los vistosos patios andaluces que se asoman por los portones de madera, es más, puede que hasta que algún vecino te invite a adentrarte en ellos. Porque la verdadera alma de Vejer se encuentra en los vejeriegos, esos vecinos que, con su sosegada forma de contemplar la vida, te encontrarás en las plazas o en la empinada subida de alguna calle cargando sus carros de la compra, siempre predispuestos a ayudarte.

Vejer es una de las más bellas obras de la tierra del sur, digna de ser esculpida en mármol. Mora en paisaje, castellana en costumbres, y judía en vestigios: el más claro ejemplo de la magia de Andalucía. Es esta singular aura de lugar vivido, la que propicia que, sin duda, Vejer sea uno de los pueblos más bonitos de España. En Vejer hay mucho que hacer y más que visitar, descúbrelo en las siguientes líneas.

 

comer en Vejer

Qué hacer en Vejer para vivir la auténtica experiencia del Sur

Comienza el recorrido por el Vejer histórico. Sorpréndete con el Vejer silencioso, por esa paz imperturbable que solo parece interrumpir el piar de los pájaros y el temprano despertar de algunas mujeres que comienzan a regar sus patios al frescor de la mañana, sobre todo, en los meses cálidos del año, para que las flores broten jubilosamente en sus macetas de barro de colores vivaces, que destacan sobre el horizonte de inmaculadas fachadas blancas que es Vejer.  

Empieza el día en el callejón del Arco de las Monjas, un arco ubicado en una calle angosta y empedrada desde el que podrás contemplar una de las tantas estampas mágicas que tiene este pueblo gaditano: las vistas del Vejer contemporáneo. Además, justamente al lado del arco, encontrarás el Convento de las Monjas Concepcionistas, fundado en 1552, y que hoy día, alberga el Museo Municipal de Costumbres y Tradiciones de Vejer, una oda a los oficios del campo y a la forma de vida de los vejeriegos. Si te desplazas a la calle de la Judería, verás la fortificación que rodea el Castillo de Vejer. Aquí, además, encontrarás otro de los lugares más especiales de tu visita: el Mirador de la Cobijada con unas panorámicas privilegiadas de este destino andaluz. Pero lo más importante de este mirador se encuentra a tu derecha, el imponente monumento en homenaje a una de las tradiciones de Vejer con mayor solera: las mujeres cobijadas, te aguarda. Será lo primero que llamará tú atención. Ante ti encontrarás una enigmática escultura de una mujer que cubre su cuerpo y su rostro con un mantón negro, dejando únicamente visible su ojo izquierdo.

Precisamente será ese contraste disonante entre la escultura de color negro vibrante con el maravilloso paisaje blanco del pueblo con sus azoteas repletas de ropa tendida bailando al son del viento, el que te motivará a acercarte hacia la balconada en la que se sitúa. 

Si bien el origen de las cobijadas es castellano, de acuerdo con los historiadores, esta forma de vestir también se asocia a la cultura islámica. Sea como fuere, actualmente, las mujeres de Vejer continúan salvaguardando esta tradición castellana, y cada agosto, durante las fiestas patronales, las podrás ver en las calles con su traje representativo. 

Pero si algo hay que destacar de Vejer es su embrujo árabe, y buen ejemplo de ello, son los restos del castillo de la época de Abderramán I. Levantado a 190 metros de altura, coronando el recinto amurallado, en su interior, podrás apreciar el motivo por el que Vejer está hermanado, por razones históricas y culturales, con el pueblo azul rifeño de Chauen. Para los más románticos existe toda una leyenda que explica esta hermandad, según la cual, en las antiguas tierras andaluzas el emir marroquí Ali Ben Rashid quedó cautivado de la bella vejeriega Catalina Fernández, y decidió marcharse hacia Marruecos con ella tras la Reconquista. Apenada Catalina por la añoranza de su tierra, el emir decidió construir un caserío que fuese una digna copia de Vejer. Este, según la leyenda, fue el origen del pueblo marroquí de Chauen.

Qué visitar en Vejer

Llega la hora de almorzar, y ya te advertimos que Vejer es uno de los templos del buen comer. Encontrarás una extensa oferta gastronómica: restaurantes dedicados exclusivamente al producto de proximidad; restaurantes de cocina fusión con sabores árabes como El Jardín del Califa, u otros especializados en el sector carnívoro, como La Castillería, ubicado en Santa Lucía. Pero, sin duda, una parada gastronómica obligatoria en Vejer es Garimba Sur. (ver carta aquí)

Baja desde el castillo hasta la Plaza de España, el latido de vida del pueblo. Este es uno de los puntos más concurridos de Vejer, donde vejeriegos y visitantes se dan la mano. En los bancos, podrás encontrar sentados al alma de este pueblo: sus vecinos, que jocosamente conversan, disfrutando la vida de esa manera tan única que solo entienden los andaluces. Cámara en mano, hallarás a los turistas inmortalizando la inconmensurable fuente que se encuentra en el centro de la plaza, que da nombre al espacio popularmente: Plaza de los Pescaítos. Realizada con azulejos sevillanos, esta fuente ornamental, nos transporta a la Andalucía más castiza, por el protagonismo que cobra el arte milenario que es la cerámica sevillana. La referencia a los ‘pescaítos’ se realiza por los motivos acuáticos a los que hace referencia la fuente.

Plaza España Vejer

Y en la cara noroeste de la plaza encontrarás la extensa terraza de Garimba Sur, un restaurante que pone el acento en el producto local y en la cocina tradicional vejeriega, al tiempo que se abre a experimentar con sabores viajeros, realizando pequeños guiños en su carta a otras culturas gastronómicas internacionales, pero siempre con el producto vejeriego como protagonista.

No puedes abandonar Garimba, sin probar su vermut, único en la zona, y sin degustar el monarca del mar de las playas aledañas de Conil o Barbate, el atún rojo salvaje de almadraba. Si eres amante de la carne, podrás disfrutar del sabor internacional de la carne extremadamente jugosa que es el Wagyu (Kobe), que la encontrarás en forma de carpaccio con tomate y tartufada o en rabo de buey. Asimismo, Garimba también cuenta con especialidades veganas, porque en este restaurante, se preocupan de que todos los comensales encuentren su espacio. Entre las opciones veganas destacan la parrillada de verduras de temporada o los bastoncitos de berenjena rebozados con miel de caña. Una auténtica delicia que no te puedes perder. 

Recargadas las fuerzas, no abandones la Plaza de España, sin antes dar un vistazo por los pequeños talleres dedicados a la alfarería que se encuentran en los alrededores, donde podrás adquirir vasijas de cerámica o hasta joyas de autor realizadas en plata. Porque otro de los encantos de Vejer es la artesanía.

Paseo por Vejer

El viaje continúa, y la Iglesia Parroquial del Divino Salvador, construida sobre una antigua mezquita, está aguardando tu llegada. Sería un pecado capital viajar a Vejer y no visitar el templo cristiano más importante del destino, o así lo defienden sus vecinos.

Llegó la última parada del día. Si Vejer es monte, por su ubicación -en un cerro-, Vejer tiene otra sorpresa para ti. ¿Quieres disfrutar de la mar? A ocho kilómetros del casco histórico, podrás encontrar la playa de Vejer: El Palmar, un oasis para los surfistas gracias a la bravura de sus aguas en días de levante. Esta extensa playa de arena blanca bañada por el Atlántico, distinguida con la Bandera Azul, es el alto concluyente del camino. Qué mejor manera que finalizar la jornada contemplando el atardecer con los pies enclavados en la arena, la gentil caricia de las últimas brisas marineras del día y el salitre aún en la piel. La inconmensurable paz. La magia de Vejer. La magia del sur.

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